Enfocas tu atención en
deducir que esta funcionando mal y no lo encontras. Quizás cambias el pañuelo,
los aritos, la cartera o la camisa, pero sigue sin gustarte, porque sabes que
hay algo más allá que estas obviando.
Te resignas, salís de tu casa como estas y pensás que
tampoco sos un desastre, que nadie va a señalarte con el dedo y burlarse de
vos. Que podés vivir con eso, con esa falla que te está consumiendo. Y empezás
tu día, vas al trabajo, transcurre la mañana, almorzas, y cuando estas
volviendo de comer, te das cuenta que era lo que fallaba. Puede ser una
tontería o algo de mayor relevancia; lo que importa es que una vez que te das cuenta
ya no podes volver atrás.
Eso mismo pasa en la vida, y eso mismo pasa cuando
de repente nos damos cuenta que era lo que fallaba de aquel u aquel otro asunto, todo parece cobrar sentido y ya no hay manera de pasarlo por alto.
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