¿Alguna vez les paso qué se compraron algo y paso a ser su
amuleto de la suerte, su fetiche?
Hará algunos años me compre una campera de
cuero negra, hermosa campera, hecha a la medida para mí y bajo mis propias
exigencias, divina.
El problema fue que me gusto tanto que se convirtió en mi
prenda favorita, la usaba tres o cuatro veces por semana y no podía despegarme
de ella, me hacía sentir feliz, completa y maravillosa. Y yo me preguntaba que
había de malo en algo que me generaba todo eso.
El conflicto surgió cuando un día de la nada, sin motivo
aparente se rompió, y ahí mi mundo pareció caerse en pedazos, porque ya no me
sentía yo sin ella, porque ya no sabía como ponerle mi mejor cara al mundo, y
porque la vida pasaba a tener más grises que vivos colores.
Lo bueno de depender de una campera, es que tarde o temprano
encontras otra cosa que lo remplace, lo malo de depender de las personas es que
la única manera de remplazarlas sanamente es encontrar en uno mismo lo que nos
hace falta.
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