Hay una delgada
línea, casi imperceptible, que separa el buen gusto de lo que no lo es. Que
divide a la mujer elegante y sensual, de la burda y sexualmente explícita. Y en
estos tiempos donde las mujeres parecen necesitar exponerse hasta el ridículo por un poco de
atención; sino pregúntenle a nuestra querida Miley ex-niña-Disney Cyrus. El lado de la balanza de la sexualidad empieza a adquirir mayor peso.
Helmut Newton ya
lo demostraba, hace rato, el sexo vende, y lo que es aún más importante, el
sexo compra. No importa en qué forma, ni con que matices, una mujer gritando
“Sexo” siempre va a vender más que una no haciéndolo. Porque los hombre quieren
mujeres así, y las mujeres quieren sentirse así -por más que en público se
tapen los ojos horrorizadas-. Y en este mundo, muchas veces lo que importa es
sólo lo de afuera.
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