jueves, 9 de enero de 2014

Separarse y sobrevivir


Cuando alguien se separa tiene permitido casi cualquier cosa. Nadie te va a juzgar si lloras desconsoladamente una semana sin parar. O si tu único tema de conversación es "él" y todos los planes que tenían. Lo tenes permitido.

También es valido subir un par de kilos como consecuencia de una ansiedad desmedida e incontrolable.  O por el contrario bajarlos porque tu apetito se tomo vacaciones junto con tu entereza. 

Además es legal machacarle el cerebro a tus amigas, para que junto a vos se vuelvan una especie de Sherlock Holmes de las relaciones y descubran que fue lo que salió mal.  Por qué algo tiene que haber salido mal.

Tampoco nadie te va a mirar mal si optas por cambiarte de color de pelo, hacerte flequillo o esquilarte la cabeza si eso te hace sentir un poco mejor. Renovar tu guardaropa o internarte en el gimnasio también son acciones validas. Lo que sea para darte un poco de consuelo, una sensación semejante a la de renacer- a la de empezar de cero-, o un poco de esperanza.

Si te separas podes comer helado hasta hartarte, ver películas románticas y blasfemar o esconderte bajo una manta hasta que sea hora de ir al trabajo. Nadie puede juzgar como alguien sobrelleva una ruptura; ya que nadie merece ser juzgado por como actúa cuando le rompen el corazón.

Y cuando una amiga se separa, las palabras sobran y a la vez faltan. Porque no hay nada que se pueda decir que de consuelo pero el hablar de más tampoco ayuda. Se puede abrazar, contener y entretener. 

Pero sobretodo hay que hacerle entender que nadie se muere por amor, y que hoy por hoy Cenicienta se puede comer las perdices con o sin el príncipe.