viernes, 30 de mayo de 2014

De Sombreros e Historias

Me gustan los sombreros, me gusta la gente que los llevan y las historias que cuentan. 

Me gustan si son grandes, si tienen plumas, si cuentan historias, si son finos, si son exagerados. Si ocultan algo, si trasmiten cosas o las esconden. Si son formales, informales, oscuros, claros o bombínes. 

Si susurran cosas al oído, si esconden secretos, si son una distracción, una obsesión. Si solo están para poder quitárselo cuando la situación lo a merita. Si hablan de inseguridades o de pasiones.

Si empequeñecen o si agrandan. Si te hacen parecer más sabio, más ingenuo o más enamorado. Si valen lo que salen, o si salen lo que valen. Si son regalados, prestados, comprados o robados.

Si son eternos, si lo fueron, si lo van a ser.

Stephen Jones Millinery opinaba, allá por 1990 para Vogue, exactamente lo mismo. Porque con un sombrero, una mujer y un collar de perlas plasmó una vida.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Hay Días Sospechosamente Light


Hay fotos que te llevan a pasear, fotos que te invitan a subir a dar una vuelta en bicicleta. Fotos donde siempre es verano, tenes anteojos ridículamente grandes y paseas con sombreros. 

Porque no importa a donde vayas. Porque las cosas son o no, porque lo que importa es el camino y no la meta. 

Porque si de mi vida se tratase siempre haría calor, usaría shorts y me quemaría con el sol.

Porque a veces necesitamos pasear más, y preocuparnos menos. 

sábado, 24 de mayo de 2014

Memoria


"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos."
Jorge Luis Borges 

domingo, 18 de mayo de 2014

De Perdidas y Recuerdos



Se había ido. Al final se había ido. Había tomado sus últimas fuerzas, sus recuerdos y se había ido, al menos físicamente, para siempre de mi vida. 

La había enterrado, y las metáforas acordes a esa expresión hoy parecen más crueles que nunca. Porque con cada palada mi corazón se murió un poco. Como si ahí en ese cajón pulcro y lustroso, no sólo estuviese el cuerpo de una de las personas más queridas a lo largo de mi vida, sino también un pedazo de mi alma.

No sé si lloré lo suficiente, supongo que estos cuatro años me habían preparado, inevitablemente, para el duelo que tarde o temprano llegaría. Pero una parte de mi se fue siguiéndola, ansiosa de no olvidarla, ansiosa de retener los pedazos de una vida que se me escapaban entre los dedos. Y cierro los ojos y la veo. La veo como ella quisiese que la recordase. Integra, platinada, sonriendo y hermosa. 

De repente todo es oscuro y solo esta ella, subiéndose a un banquito como si los 80 años no le pesasen para alcanzarme una barra de chocolate Aguila, que escondía de la diabetes de mi abuelo. Una barra que representaba que cada vez que iba al supermercado pensaba en mí y en mis submarinos.

Cierro los ojos de nuevo para verla bailando, para verla pintando, para verla levantando esculturas de cerámica en apenas unas horas. Porque "hacer" fue su marca registrada. Y porque mutar y adaptarse su lema de vida. 

Y entonces ya no soy adolescente, vuelvo a tener siete u ocho años y me despierto en su casa. Miro a los costados y la llamo. Ella entra majestuosa como siempre, con una bandeja llena de comida. Repleta del desayuno que cualquier niño quisiera comer. Porque si algo fui fue una consentida.

Así me pasan los días, de recuerdo en recuerdo, de imagen en imagen. Ya hace tiempo que la extraño, ya hace tiempo que extraño sus consejos, sus comidas y sus sonrisas. Pero en estos días, eso se hizo más latente que nunca.

Me consuela saber que cuando el dolor es muy grande, con solo cerrar los ojos logro irme a volar un rato con ella, en donde no existe el tiempo, y en donde siempre es hoy y ayer simultáneamente.

martes, 6 de mayo de 2014

Lencería in the street, demasiado?

Me encanta la nueva moda de usar lencería para nuestro día a día. Me encanta el saten, me encanta la seda y me encantan las puntillas. Acaso era posible que no disfrutara de esta tendencia? Parece imposible pensar que no.


El otro día me preguntaron si la consideraba demasiado, y la verdad que es como todo, los excesos no son buenos. Es una moda divina pero que hay que saber equilibrar. 

Si un vestido te parece muy jugado, uno siempre puede optar por elegir la opción menos atrevida, y comprar una musculosa. Combinandola con una pollera tiro alto vas a estar divina y probablemente te sientas más segura.


Si en cambio sos de esas que se animan a todo, dale para adelante con un vestido. Pero personalmente yo les recomendaría descartar los colores muy shock, apostaría a los azules, negros y verdes oscuros. Como también tendría cuidado con los largos. La linea entre sensual y sexual es ínfima.

Les dejo algunos ejemplos de como la combine en mi mini colección. Como ya saben la pueden encontrar en la página de Facebook: Ariadna.