domingo, 18 de mayo de 2014

De Perdidas y Recuerdos



Se había ido. Al final se había ido. Había tomado sus últimas fuerzas, sus recuerdos y se había ido, al menos físicamente, para siempre de mi vida. 

La había enterrado, y las metáforas acordes a esa expresión hoy parecen más crueles que nunca. Porque con cada palada mi corazón se murió un poco. Como si ahí en ese cajón pulcro y lustroso, no sólo estuviese el cuerpo de una de las personas más queridas a lo largo de mi vida, sino también un pedazo de mi alma.

No sé si lloré lo suficiente, supongo que estos cuatro años me habían preparado, inevitablemente, para el duelo que tarde o temprano llegaría. Pero una parte de mi se fue siguiéndola, ansiosa de no olvidarla, ansiosa de retener los pedazos de una vida que se me escapaban entre los dedos. Y cierro los ojos y la veo. La veo como ella quisiese que la recordase. Integra, platinada, sonriendo y hermosa. 

De repente todo es oscuro y solo esta ella, subiéndose a un banquito como si los 80 años no le pesasen para alcanzarme una barra de chocolate Aguila, que escondía de la diabetes de mi abuelo. Una barra que representaba que cada vez que iba al supermercado pensaba en mí y en mis submarinos.

Cierro los ojos de nuevo para verla bailando, para verla pintando, para verla levantando esculturas de cerámica en apenas unas horas. Porque "hacer" fue su marca registrada. Y porque mutar y adaptarse su lema de vida. 

Y entonces ya no soy adolescente, vuelvo a tener siete u ocho años y me despierto en su casa. Miro a los costados y la llamo. Ella entra majestuosa como siempre, con una bandeja llena de comida. Repleta del desayuno que cualquier niño quisiera comer. Porque si algo fui fue una consentida.

Así me pasan los días, de recuerdo en recuerdo, de imagen en imagen. Ya hace tiempo que la extraño, ya hace tiempo que extraño sus consejos, sus comidas y sus sonrisas. Pero en estos días, eso se hizo más latente que nunca.

Me consuela saber que cuando el dolor es muy grande, con solo cerrar los ojos logro irme a volar un rato con ella, en donde no existe el tiempo, y en donde siempre es hoy y ayer simultáneamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario